El Yelmo: el casco de piedra que corona la Sierra de Segura y vigila el Campo de Montiel
Entre los términos municipales de Hornos de Segura y Cortijos Nuevos (Segura de la Sierra) se alza una de las montañas más emblemáticas de Andalucía oriental: El Yelmo, con sus 1.809 metros de altitud, símbolo indiscutible de la Sierra de Segura. Desde su cima, en días claros, la vista alcanza incluso las llanuras del Campo de Montiel, una vecina tierra manchega unida históricamente a la serranía jiennense por caminos, pastos y comercio.
Un nombre con historia
El nombre de El Yelmo tiene un doble origen posible.
Por un lado, su perfil rocoso recuerda a un yelmo medieval, un casco que parece proteger el horizonte de la sierra.
Por otro, algunos documentos antiguos lo citan como “Yermo”, voz castellana que significa “despoblado” o “sin vegetación”. De hecho, ya en las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575) se menciona este monte como “Yelmo o Yermo”, reflejando tanto su forma como su desnudez vegetal.
Así, su nombre resume perfectamente la imagen que ofrece: una cima poderosa, pétrea y solitaria, que domina los valles desde hace siglos.
La carretera hacia las nubes
Durante buena parte del siglo XX, alcanzar la cima del Yelmo exigía largas caminatas entre pinares.
A mediados de los años 90 se mejoraron los accesos desde La Puerta de Segura, y ya entrado el siglo XXI se completó el asfaltado de la pista que asciende desde Cortijos Nuevos hasta casi la cumbre.
Esa vía, culminada entre 2005 y 2013, permitió acercar el turismo, las telecomunicaciones y, sobre todo, el vuelo libre, actividad que hoy define la montaña.
Mirador del aire y del tiempo
El Yelmo es mucho más que una cumbre. Su mirador ofrece una panorámica de 360 grados sobre los pueblos de la Sierra de Segura, el embalse del Tranco y, al norte, el perfil más suave de Castilla-La Mancha.
Cuando el cielo está limpio, se distingue el relieve ondulado del Campo de Montiel, esa altiplanicie manchega que comienza apenas a una hora de coche, más allá de Villanueva de los Infantes y Albaladejo.
Desde antiguo, los pastores segureños cruzaban por los puertos de Santiago-Pontones y Albaladejo hacia las cañadas manchegas, llevando sus rebaños en trashumancia. Aquellos caminos —hoy rutas senderistas y vías pecuarias— unían los pastos de alta montaña de Segura con los llanos cerealistas del Campo de Montiel.
De ese continuo intercambio nacieron vínculos familiares, comerciales y culturales que aún se perciben en la gastronomía, las hablas rurales y las fiestas de ambas comarcas.
El Yelmo, visible desde muchos puntos del norte de Jaén y del sur de Ciudad Real, era para los viajeros un faro natural que marcaba la frontera entre la sierra andaluza y la llanura manchega.
Cuna del vuelo libre
Año 2000: el piloto Marc Petiot y el segureño Francisco García Sirvent impulsan un sueño —volar sobre el Yelmo— que se convierte en el Festival Internacional del Aire (FIA El Yelmo).
Cada verano, cientos de parapentistas de todo el mundo llenan de color el cielo segureño en una cita que combina deporte, cine, cultura y turismo rural.
En 2025, el festival ha celebrado su 25.º aniversario, reafirmando al Yelmo como uno de los epicentros del vuelo libre en Europa.
Geología, paisaje y silencio
El Yelmo es también una joya geológica: un pliegue sinclinal de areniscas del Cretácico (Albiense) que ha resistido millones de años de erosión.
Su cima alberga un vértice geodésico (1.807,85 m) y un pequeño conjunto de antenas, discretas testigos de la vida moderna en un entorno donde el silencio sigue siendo el sonido más puro.
Consejos para el visitante:
- Acceso: desde Cortijos Nuevos, siguiendo la carretera del camping de El Robledo y las señales hacia la cumbre.
- Ruta a pie: PR-A 194, 3,1 km de subida (1 h 20 min aprox., +360 m).
- Época ideal: primavera y otoño; en junio/julio, durante el FIA, la montaña cobra vida.
- Qué llevar: agua, cortavientos, calzado de montaña y cámara de fotos.
El Yelmo, un puente entre dos mundos
El Yelmo no solo es una cima de Jaén: es también un mirador del Campo de Montiel, un punto donde Andalucía y Castilla-La Mancha se dan la mano.
Desde su cumbre, se entienden mejor las raíces compartidas de dos tierras unidas por siglos de caminos, comercio y cultura rural.
Quizá por eso, cuando el sol se pone tras las llanuras manchegas, el Yelmo parece inclinar su casco pétreo como saludo a sus viejos vecinos del norte.
¿Has subido al Yelmo o lo has visto desde el Campo de Montiel?
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