España en 1901: un país que intenta reformarse mientras se resquebraja el viejo sistema
España entra en 1901 bajo una mezcla de incertidumbre y deseo de renovación. El país aún vive bajo la regencia de María Cristina de Habsburgo, a la espera de que el joven Alfonso XIII alcance la mayoría de edad, y el sistema de la Restauración continúa funcionando a base de equilibrios frágiles y pactos entre élites.
El turno vuelve a girar
En marzo de 1901 se celebran elecciones generales y, como estaba previsto dentro del mecanismo del turno pacífico, el poder pasa a los liberales. El nuevo jefe del Gobierno es Práxedes Mateo Sagasta, veterano político que simboliza tanto la estabilidad del sistema como su agotamiento.
Sagasta recibe un país con ganas de modernizarse, pero atrapado entre un Parlamento lleno de nombres de siempre y una administración que sigue controlada por caciques locales que manejan los resultados electorales en numerosos municipios.
Problemas que hierven bajo la superficie
Las tensiones sociales continúan creciendo, sobre todo en las zonas industriales. Obreros mal pagados, largas jornadas laborales y falta de derechos alimentan el nacimiento de sindicatos y movimientos obreros que, aunque todavía pequeños, empiezan a organizarse con firmeza.
En las ciudades, los conflictos laborales se hacen más visibles. En el campo, la situación es igual o peor: grandes latifundios, pobreza extendida y ausencia de oportunidades. La España rural —incluida la comarca del Campo de Montiel— siente que la modernidad avanza sin contar con ella.
Un país que empieza a pensar diferente
En 1901, los intelectuales continúan empujando un debate regeneracionista que exige reformas profundas. Entre cafés, tertulias y periódicos, se multiplican las voces que reclaman una escuela pública fuerte, un Estado más eficaz y un país que despierte de décadas de apatía.
La literatura, la prensa y los nuevos círculos culturales siguen retratando la crisis moral y social que dejó el desastre de 1898. La Generación del 98 sigue en plena efervescencia.
Avances y acontecimientos destacados del año
- Se impulsa la Ley de Sillas, que obliga a los comercios a facilitar asientos para las trabajadoras, un pequeño pero significativo avance social.
- El Gobierno Sagasta plantea reformas educativas y militares, aunque muchas quedan en papel mojado por la debilidad del sistema político.
- En Barcelona se incrementa la actividad sindical y obrera, preludio de los grandes conflictos sociales que estallarán años después.
- La prensa se consolida como motor de opinión pública, con cabeceras en Madrid, Barcelona y Bilbao que influyen cada vez más en la política nacional.
La modernidad que asoma
Mientras tanto, España empieza a mirar más allá de sus fronteras. Se refuerzan las relaciones comerciales con Europa, se impulsan tímidamente las infraestructuras ferroviarias y se extiende la electricidad por las ciudades más grandes.
Pero la sensación dominante es clara: España necesita cambiar, pero no sabe todavía cómo hacerlo.
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