El Hundimiento: historia viva en las Lagunas de Ruidera
Entre los parajes más emblemáticos del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, destaca un lugar donde la naturaleza y la historia se entrelazan de forma espectacular: la Cascada del Hundimiento. Situada entre la Laguna del Rey y la Laguna Colgada, constituye hoy el salto de agua más impresionante del complejo lagunar, con aproximadamente 15 metros de caída. Sin embargo, su origen y evolución no responden únicamente a procesos naturales lentos y constantes, sino también a episodios extraordinarios que han marcado profundamente la geografía y la memoria de la comarca.
Un nacimiento violento: la riada de 1545
El topónimo “Hundimiento” hace referencia al brusco colapso del terreno acaecido el 20 de enero de 1545, provocado por una crecida súbita de aguas que transformó el paisaje de forma dramática. Las Relaciones Topográficas de Felipe II describen aquel episodio como un fenómeno “espantable, que rompió y arrancó molinos, provocando grandes tempestades de piedra”. La magnitud del evento fue tal que modificó la morfología natural del río y dio lugar a un nuevo salto de agua que asombró a las gentes de la época.
Desde entonces, el Hundimiento ha sido símbolo de la fuerza hidráulica que caracteriza este entorno natural, capaz de moldear el paisaje en cuestión de horas.
La gran riada de 1947: cuando La Mancha volvió a inundarse
Casi cuatro siglos después, el Hundimiento volvió a ser protagonista de un episodio histórico. Tras varios años de intensa sequía que dejaron incluso algunas lagunas secas, el otoño de 1946 se presentó extraordinariamente lluvioso. El invierno posterior trajo fuertes precipitaciones y abundantes nevadas sobre La Mancha, especialmente en diciembre de 1946 y enero de 1947. El deshielo, unido a nuevas lluvias en febrero, generó un caudal excepcional en el Alto Guadiana.
A finales de febrero de 1947, las Lagunas de Ruidera alcanzaron niveles máximos. La Laguna Tomilla se desbordó, abriendo nuevos desagües y formando hundimientos adicionales, mientras que molinos y centrales hidroeléctricas tuvieron que cesar su actividad debido a las inundaciones. El 5 de marzo se produjo el momento más crítico: la Laguna del Rey reventó su muro natural en el paraje del Hundimiento, abriendo una brecha de varios metros y liberando una masa de agua tumultuosa que descendió hacia la llanura de Tomelloso y Argamasilla de Alba.
La intensidad de la riada obligó a cortar carreteras e incluso a volar tramos para facilitar la evacuación de aguas. Las autoridades desplegaron equipos de trabajo y maquinaria para contener la situación. Tras varios días de esfuerzo continuo, la brecha fue finalmente sellada y los caudales comenzaron a estabilizarse. Durante semanas, grandes áreas de La Mancha permanecieron inundadas, y la prensa provincial y nacional recogió con detalle las consecuencias de aquel episodio.
Un paisaje modelado por el agua
El Hundimiento es hoy un lugar donde el visitante puede contemplar la fuerza erosiva del agua y el carácter dinámico de la tobácea que da forma a las lagunas. Desde el mirador situado frente a la cascada se disfrutan vistas privilegiadas sobre la Laguna Colgada y la Laguna del Rey. Es también punto de inicio y final de varias rutas senderistas que permiten recorrer el parque natural y comprender mejor su geología y biodiversidad.
Aunque su aspecto actual difiere del que tuvo en los siglos XVI y XX, el Hundimiento sigue recordándonos que las Lagunas de Ruidera son un sistema vivo, en constante evolución. La observación directa de este punto emblemático permite imaginar la magnitud de los cambios naturales y las fuerzas hidrológicas que han determinado el paisaje manchego a lo largo del tiempo.
Un enclave imprescindible
Visitar el Hundimiento no es solamente disfrutar de un salto de agua, sino adentrarse en una página de la historia natural y humana de La Mancha. Sus episodios de transformación, documentados desde hace casi quinientos años, lo convierten en un lugar único donde naturaleza, memoria e identidad se unen.
Quien se acerque a este enclave descubrirá un espectáculo natural que ha fascinado a generaciones y que sigue siendo, hoy, una de las joyas de las Lagunas de Ruidera.
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