El manantial de la Fuenlabrada: un tesoro escondido del Campo de Montiel
– Los 23 del Campo de Montiel -
Hoy queremos compartir con vosotros una ruta fascinante por uno de esos rincones poco conocidos pero cargados de historia y valor natural: el paraje y manantial de la Fuenlabrada, en el término municipal de Villahermosa (Ciudad Real).
Esta excursión, realizada hace unos meses, tenía un propósito claro: localizar el manantial de la Fuenlabrada, un punto de gran interés estos meses por la sequía del embalse de La Cabezuela —actual fuente de abastecimiento de Villanueva de los Infantes— y por el recuerdo de un tiempo en que Infantes se nutría de sus aguas.
Un manantial que dio vida a Villanueva de los Infantes
Hasta hace algunas décadas, el agua que brotaba en este manantial recorría unos 12 kilómetros a través de antiguas canalizaciones hasta los depósitos de San Miguel, en Villanueva de los Infantes. Según distintas fuentes orales, aunque el manantial se encuentra en territorio de Villahermosa, sus aguas pertenecen administrativamente a Villanueva de los Infantes, una muestra más de los lazos históricos entre ambas localidades.
Hoy, sin embargo, aquellas canalizaciones se encuentran obsoletas o rotas, y las bombas de impulsión —encargadas de elevar el agua hasta el punto desde el que caía por gravedad hacia Infantes— permanecen inactivas, quizá por falta de suministro eléctrico o avería.
Siguiendo el curso del Azuer
El recorrido hasta el manantial es una auténtica delicia para los amantes de la naturaleza y la historia rural. Siguiendo el curso del río Azuer, entre molinos harineros e hidráulicos hoy abandonados o en ruinas, el camino nos conduce hasta una pequeña caseta junto al cauce.
Allí, el agua brota con fuerza y pureza, surgiendo entre piedras y filtraciones naturales que alimentan directamente el río Azuer. La escena, especialmente tras las lluvias recientes, resulta impresionante: un entorno verde, silencioso y vivo.
La puerta de la caseta, sin cerradura, permite observar cómo el agua emerge incansable desde las entrañas del Campo de Montiel, una imagen que invita tanto a la contemplación como a la reflexión.
Historia, molinos y memoria del agua
A lo largo del curso del Azuer encontramos vestigios de su pasado industrial: molinos hidráulicos que durante siglos fueron el corazón económico de muchos pueblos manchegos. Uno de los mejor conservados es el Molino de Nogueras, un molino de cubo con una sola muela, construido en mampostería y que aún conserva parte de su maquinaria, horno y antiguas cuadras para animales.
Estos molinos, que llegaron a ser decenas a lo largo del río, dejaron de funcionar a mediados del siglo XX, cayendo poco a poco en el abandono. Sin embargo, forman parte del patrimonio etnográfico e hidráulico del Campo de Montiel, testigos de una relación ancestral entre el hombre y el agua.
Un entorno de valor incalculable
El río Azuer nace también en término de Villahermosa, cerca del paraje conocido como Fuente Blanca, y recorre unos 120 kilómetros hasta desembocar en el Guadiana, en Daimiel. Su cuenca, de más de 1.700 km², se alimenta de los ríos Cañamares y Tortillo, así como de las aguas subterráneas del acuífero 24, que afloran en las Lagunas de Ruidera.
El manantial de la Fuenlabrada, situado junto a este río, es un ejemplo vivo de la riqueza natural del subsuelo manchego. Muchos vecinos aseguran que nunca se ha secado, lo que lo convierte en un recurso estratégico que merecería ser recuperado y puesto en valor, especialmente en épocas de escasez de agua.
Memoria y futuro del agua en el Campo de Montiel
Resulta paradójico que, mientras el embalse de La Cabezuela acusa los efectos de la sequía, el manantial de la Fuenlabrada siga brotando con fuerza. Quizá haya llegado el momento de mirar al pasado para inspirar soluciones futuras, recuperando infraestructuras y conocimientos que nuestros antepasados ya habían sabido aprovechar.
A modo de epílogo
Confieso que parte de la información recogida procede de observación directa y fuentes incompletas. Si algún lector posee más datos, conoce su historia técnica o recuerda cómo funcionaban las canalizaciones antiguas, sería un placer incorporar sus aportaciones.
Porque esa es, al fin y al cabo, la esencia de nuestro proyecto: recuperar la memoria viva del Campo de Montiel, entre todos.
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