PARQUE NACIONAL DE CABAÑEROS: UNA HISTORIA LIGADA A CIUDAD REAL, TOLEDO Y A LA CONSERVACIÓN DEL MEDIO NATURAL.
El Parque Nacional de Cabañeros, uno de los grandes tesoros ecológicos de Castilla-La Mancha, vuelve a ser protagonista gracias a un reportaje emitido por Castilla-La Mancha Media en el que participa Urbano Patón, actual párroco de Torre de Juan Abad. Urbano ejerció además como párroco de Alcoba de los Montes en 1983, uno de los municipios directamente relacionados con el territorio que hoy forma el Parque.
Aunque Cabañeros se enclava principalmente entre los Montes de Toledo y el extremo noroccidental de Ciudad Real, su evolución histórica y ambiental ha tenido un impacto directo en toda la provincia, incluido el Campo de Montiel. Durante siglos, las grandes masas forestales y ganaderas de la región, junto con los sistemas de aprovechamiento tradicionales, formaron parte del mosaico natural que vertebraba el territorio desde Toledo hasta el Campo de Montiel.
La historia de Cabañeros está íntimamente ligada a la ciudad de Toledo, que desde el siglo XIII hasta el XIX fue propietaria de estas tierras. La preservación del entorno natural fue posible gracias a un estricto sistema de Ordenanzas de Uso que regulaban la actividad ganadera y forestal. Esta forma de gestión, muy parecida a la que también existió en muchos municipios del Campo de Montiel para proteger dehesas, montes y pastizales, garantizó la conservación del medio hasta bien entrado el siglo XX.
Entre 1860 y 1885, Cabañeros pasó a manos de los acreedores del Ayuntamiento de Toledo, que formaron una Administración Usufructuaria destinada a recuperar las deudas municipales mediante el aprovechamiento de los recursos de la zona. El gran punto de inflexión llegó con la desamortización de Madoz (1885), un proceso que también transformó la propiedad de numerosas tierras en el Campo de Montiel, alterando para siempre su estructura socioeconómica. En ambos territorios, lo que había sido suelo comunal o municipal terminó en manos de nuevos propietarios, muchos de ellos procedentes de Madrid.
A pesar de estos cambios, la escasa presión económica sobre las fincas —destinadas principalmente a la agricultura y la caza— permitió que gran parte del espacio natural llegara hasta nuestros días excepcionalmente conservado, igual que ocurrió en extensas áreas naturales del Campo de Montiel, donde la baja densidad demográfica y el uso sostenible del territorio han sido claves para la preservación del paisaje.
En 1955, La Raña de Santiago fue declarada “finca manifiestamente mejorable”, iniciando un periodo de tensiones. Pero en 1982 Cabañeros saltó al debate nacional cuando se planteó convertir la zona en un campo de tiro, algo que generó una contestación social significativa en toda la región, incluida la comarca del Campo de Montiel, que siempre ha mostrado sensibilidad hacia la defensa del patrimonio natural y cultural.
El rumbo cambió en 1988, cuando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha declaró el espacio Parque Natural. Finalmente, el 20 de noviembre de 1995, Cabañeros recibió la máxima figura de protección al convertirse oficialmente en Parque Nacional.
Hoy, Cabañeros es un símbolo de resistencia histórica y ambiental, testigo de siglos de usos del territorio y uno de los grandes pulmones naturales de España. Un espacio que, junto con las llanuras, sierras y humedales del Campo de Montiel, contribuye a la riqueza ecológica y cultural de la provincia de Ciudad Real.
Un lugar único cuya historia explica, en buena medida, su excelente estado de conservación y su relevancia para toda la región, incluido el histórico Campo de Montiel.
Fuente: Castilla-La Mancha Media
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