Hoy nos detenemos en un enclave singular del sur del Campo de Montiel: los Calares de la Ermita, en el término municipal de Villanueva de la Fuente. Un paraje donde la naturaleza y el tiempo han sabido dialogar en silencio, modelando un paisaje tan sobrio como fascinante.
Los calares —formaciones rocosas de origen calizo— dibujan aquí un entorno de aspecto casi lunar, esculpido durante siglos por la erosi
ón del agua y el viento. Entre lomas pétreas, grietas y relieves caprichosos, el visitante descubre un espacio poco conocido pero de enorme valor paisajístico, ideal para el paseo tranquilo, la observación de la flora autóctona y la contemplación pausada del horizonte manchego.
Este rincón, cercano a la ermita que le da nombre, forma parte de ese patrimonio natural discreto que caracteriza a nuestra comarca: lugares que no siempre aparecen en las guías, pero que guardan la esencia más auténtica del territorio. Aquí, el silencio pesa tanto como la historia geológica, y cada piedra parece contar un relato antiguo.
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